Segunda oportunidad: historia de adopción

Cuenta mi mamá que años después de haber tenido a mi hermana, deseaba tener un segundo hijo. Pasaron algunos años y ese hijo no llegaba. Decidió ir con un médico y dejar que él le ayudara para que esto fuera posible. La sorpresa fue que, después de varios análisis, le dieron la sorpresa de que no era necesario someterse a ningún tratamiento, ya tenía algunas semanas de embarazo y ella no se había dado cuenta.

Por supuesto que toda la familia estaba feliz, pensando durante meses cuál nombre me iban a poner. Mis primas lo eligieron y mi mamá accedió. Mi llegada tuvo que ser programada por cesárea, así que me imagino que mi papá y mi abuelita estuvieron en el hospital esperando a que yo llegara. Algunos tíos y primos debieron haber estado ahí también al pendiente de mi mamá y de mí. La sala de espera del hospital a la expectativa de cuando saliera el doctor y dijera con alegría “¡ya nació Rosa Ivette!”. Imagino también la alegría de mi mamá al verme por primera vez, después de haberme tenido en su vientre durante 9 meses, de haberme sentido, de haber escuchado mis latidos a través de ella. Ese día debió ser de mucha felicidad para mi papá y mi hermana al verme salir del hospital arropada con mis primeras cobijitas, rumbo a mi nuevo hogar.

Cuando te conocí, no estábamos en una sala de espera de un hospital, tu mamá no estaba en un quirófano recuperándose, y nadie salió a decirnos que ya habías nacido. Tu mamá no te tuvo en su vientre durante 9 meses ni pudimos escuchar tus latidos a través de ella. A decir verdad, nadie de nosotros estuvimos ahí cuando tu naciste.

En ese entonces tus papás estaban acondicionando tu habitación, pensando cuál cuna comprarte, qué colores elegir. Habían pasado mucho tiempo deseándote, pero no era el momento de tu llegada. Ellos no sabían cuándo sería y a veces llorábamos de angustia pensando en que ese día quizá nunca llegaría. Tus papás no tenían idea de lo que era tener un hijo, se preocuparon por ir a la escuela y aprender lo más que se pudiera. Tu mamá empezó a tomar clases de fotografía para poder captar cada momento de felicidad cuando te conociéramos. Pero el teléfono no sonaba, el correo estaba vacío. Nadie nos daba razón de ti. Los meses pasaban y por un momento pensamos que así estaríamos por siempre. Tus abuelos tratando de cumplir sus sueños también, emprender un negocio que durante años anhelaron tener, sin embargo, las condiciones no se prestaban para que lo pudieran lograr aún. Yo tampoco estaba en condiciones óptimas, apenas me recuperaba de mi segunda cirugía, mi estado anímico tampoco estaba muy bien. Todos en ese momento pasábamos por una situación difícil, tratando de aferrarnos de donde pudiéramos para salir adelante.

Cuando nos dieron la noticia que estábamos a un par de días de conocerte todos lloramos de alegría. Tus papás se volvieron locos haciendo compras para recibirte y, de tan emocionados que estaban, olvidaron comprarte calcetines. Contábamos las horas para verte. Yo estaba a menos de un mes de haber recibido mi tercera cirugía, pero eso no me detuvo para manejar dos horas y poder conocerte. Llegaste a casa en brazos de tus papás, todos con ojos incrédulos de que por fin había llegado el día esperado. En ese instante, sin darte cuenta, nos diste una lección de vida a todos: con menos de un año tú pasaste por una situación muy difícil, viviste en un orfanatorio junto con otros niños quien, al igual que ellos, tampoco tenías un futuro asegurado. Nunca conociste a tus papás biológicos. Llegaste en el momento en el que necesitábamos aprender que todos podemos tener una segunda oportunidad, por más gris que parezca el camino, por más difícil que parezca la situación, y aun cuando la fe se agota y duela hasta el cuerpo, existe una segunda oportunidad para ser feliz.

Siempre recuerda de dónde vienes y de lo bendecido que eres. Tienes al mundo a tus pies. Tus papás aprenden junto contigo, el amor cada vez se hace más grande. Gracias por llegar cuando pensamos haber perdido todo. Gracias por enseñarnos a ser fuertes, porque al ver tus primeros pasos vemos lo difícil que es para ti. Sin embargo, después de cada caída vuelves a intentarlo aunque te tiemblen las piernas, siempre lo intentas de nuevo. Gracias por darnos tanta felicidad y por darnos una razón más para vivir.

2Comments

  1. Tu tia septiembre 11, 2020

    Muy hermoso relato Rosits fresita es con cariño para recordar tu infancia
    Un bello regalo y recuerdo para Claudito que guardará en su corazoncito toda su vida 💛
    So proud of you, bacho becho 💕

  2. Anaid mayo 18, 2021

    Casi se me salen las lagrimas, gracias por aportarme un tan bello relato, cuidate, y besos a tu familia.

Leave a comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *