El día que rechacé la oferta de trabajo ideal

Bien, ¿en dónde me quedé? Que prometí escribir en tiempo real este proceso después de que renuncié a mi trabajo. Que como dijo mi profesor Sergio Bello «toda decisión por sí misma considera el costo de oportunidad que se nos presentó; no hay decisiones buenas o malas, simplemente decisiones», pues se vino una bola de nieve a partir de ese momento.

No fueron días fáciles: me cuestioné constantemente, los nervios se apoderaron de mí, la ansiedad volvió a tocar la puerta y le di entrada por varias noches. Ahora no tenía la justifiación de «me despidieron», ahora la responsabilidad era totalmente mía. Si es lo que yo quiero, ¿por qué no me siento bien?

Si quieres hacer que la gente te voltee a ver, hay que hacer ruido. Y el ruido que hice fue en Linkedin cuando cambié mi estatus a open to work. Me llamaron de un corporativo para que me integrara a su equipo como Gerente de Desarrollo Organizacional. El dinero me hizo ojitos. Fui a conocer las oficinas y eran hermosas: estacionamiento con jardín, una fuente al centro, los pisos de las oficinas alfombradas, máquinas de capuccino, comedor amplio y bien distribuido, todas las personas que me atendieron con una gran calidez humana. Inicié el proceso, me entrevistaron al menos 5 personas, dediqué 6 horas a exámenes psicométricos y a resolver una simulación de un caso de recursos humanos hasta que finalmente me dijeron: Ivette, te queremos en nuestro equipo. Qué buena suerte, pensé. Renuncié y conseguí una promoción de ensueño.

Regresé a las oficinas para conocer la oferta laboral. En cuantro entré, algo no estaba bien, yo no estaba bien. Todo se seguía viendo hermoso, las personas amables, las máquinas de capuccino seguían ahí, pero no me sentía parte de ese grupo. Entré a una sala, me mostraron el papel con la oferta económica y… la rechacé. No estaba siendo honesta conmigo, me dejé llevar por el dinero y olvidé que la prioridad era yo.

Si escribo esto no es porque me sienta orgullosa de lo que hice, todavía me apena con la empresa, con las personas que se atrevieron a recomendarme. Agradezco que me hayan volteado a ver encontrando en mí lo que ellos buscaban. Sin embargo, también merecían que yo hablara con la verdad. Era el trabajo ideal, pero no para mí.

Y así fue como dejé pasar esta oportunidad. Empiezo a levantarme de la polvareda que hice para vivir de cualquier cosa que me acerque a las letras, a la literatura, a la lingüística. No sé si lo voy a lograr, pero merezco hacer el intento. Así que si me preguntas «¿y ya estás trabajando?», siempre te diré que sí. Estoy trabajando en mí, en prepararme, en aprender, en tocar puertas hasta que se abra la que yo quiero.

Leave a comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *